Un rasgo característico en la historia de las poblaciones judías, después de la caída del segundo reino de Israel en 70, es su dispersión por todas partes del mundo y sus innumerables migraciones, a la merced de vejaciones, expoliaciones y persecuciones, de parte de las naciones que las habían recibido -con tolerancia o con reticencia- pero siempre con prejuicios.
Los que se resistieron a la asimilación tuvieron siempre dos preocupaciones principales: la reunión estructurada en comunidades culturales y sociales, de manera a reforzar la preservación de la herencia ancestral y asegurar un frente sólido contra las corrientes de hostilidad y, con este fin el mantener contactos continuos con otras comunidades.
Esto permitió a las élites intelectuales, aún en la época más oscura de la Edad Media en el mundo occidental, no perder ningún rastro de la vida comunitaria y preservar una historia ordenada de cada agrupación.
Sin embargo, al margen de comunidades organizadas hubo grupos aislados, cuya identidad judía está comprobada por algunos, y puesta en tela de juicio por otros. Es precisamente a causa de su aislamiento que la historia de estos grupos queda rodeada de leyendas en cuanto a su origen, y que existe la confusión en cuanto a su evolución.
PARTE I
LOS FALASHAS
Según su tradición los Falashas (extranjeros) sacarían su origen de los notables de Jerusalén quienes acompañaron a Menelik, hijo del rey Salomón y de la reina de Saba, cuando se regresó a su país. Otras fuentes regresan a la destrucción de Samaría y de Judea por los Asirios, en el siglo 8 a.c. y la subsecuente emigración. Lo más probable es que se produjera una infiltración gradual de elementos judíos y cristianos en el Sur de Arabia y en el Este de África durante los primeros siglos de la era cristiana. Una cosa es segura, sin embargo: ellos se separaron de la corriente judaica principal antes de que se completara la Mishná (200 b.c). Es significativo que ellos conmemoran con un ayuno la destrucción del primer Templo (586 a.c.) pero no la del segundo (70 b.c.).
El judaísmo estaba muy propagado en el sur de Arabia, desde el reinado del rey Saúl. Podría ser que los intercambios constantes entre este país y Etiopía fueran el origen de un grupo constituido por la conversión de las masas todavía idólatras. Como sea las crónicas nos enseñan que el judaísmo se había extendido en el país mucho antes de la conversión al cristianismo de la dinastía Axum, en el siglo cuarto. Los judíos que se resistieron al proselitismo cristiano en Etiopía fueron rápidamente el objeto de vejaciones, lo que les obligó a dejar las regiones costeras y a refugiarse en las zonas montañosas, al norte del lago Tana. Allí se concentraron y vivieron con total independencia bajo el mando de sus propios jefes.
Sus prácticas religiosas y creencias eran, en muchos aspectos, tan distintas de las ortodoxas que su origen judío fue cuestionado durante mucho tiempo. Ignoraban la Mishná y el Talmud. No conocían las oraciones en hebreo y la lectura de las escrituras se hacía en Ge'ez, que también era el idioma sagrado de los cristianos etíopes, y tampoco observaban las costumbres rabínicas de la mezuzá y de los tefilim. Observaban las leyes dietéticas y rituales y el shabat en una forma muy estricta. Como lo hacían los samaritanos festejaban Pésaj, sacrificando un borrego, el 14 de nisan, pero no celebraban Purim ni la popular festividad de Janucá.
En el siglo décimo los Falashas jugaron un papel importante en la ofensiva de las tribus Agau contra la dinastía Axum. Siempre de acuerdo con la tradición etíope, ellos tenían una reina llamada Judit, quien llevó a los rebeldes en destituir el Negus y a desquitarse con los cristianos. Se sabe que desde este momento y hasta el siglo 17, los Falashas conservaron su independencia. En efecto, cuando las tribus Agan se rebelaron de nuevo contra el poder central, los Falashas, conducidos por su rey Gedeón se asociaron a la revuelta. Después de haber controlado la rebelión el Negus concentró su poder contra los Falashas y los atacó en su territorio. Conquistó sus fortalezas y un gran número de ellos fueron masacrados. El Negus prometió a los sobrevivientes el regreso en paz en sus pueblos si depositaban sus armas. Sin embargo, poco tiempo después, bajo la presión del clero, Daba les dio la alternativa, la conversión o la muerte. Rehusando el bautismo el rey Gedeón fue masacrado con la mayor parte de sus sujetos, en el curso de una batalla encarnizada. Los sobrevivientes fueron reducidos a la esclavitud y la pena de muerte decretada para los que persistían en la práctica del judaísmo.
Existen otras fuentes sobre el origen de los Falashas. Un viajero judío del siglo noveno Eldad ha-Dani ha dejado indicios sobre los judíos dispersos de su época. Según él, los fugitivos de las tribus de Dan, Asher, Gad y Naftali, sobrevivientes de la caída del primer reino de Israel se juntaron en una región llamada Havilá, cerca de Etiopía y crearon un reino cuyo rey fue un tal Abdiel. Por lo tanto se ubica en este reino el origen de los Falashas, máxime que los anales etíopes concuerden en señalar la existencia de un reino judío autónomo.
Curiosamente esta región Havilá está mencionada en Berechit 2/11 como "el país del oro". De hecho la zona escogida primitivamente por los Falashas para establecerse, se encuentra sobre el gran eje sur-norte utilizada durante miles de años por las caravanas de camelleros quienes aseguraban el tráfico de los esclavos y del oro, entre el centro de África y Egipto, Arabia y todo el Oriente Próximo. Benjamín de Tudela -célebre viajero sefardí del siglo 12- menciona a judíos etíopes en sus relatos, mientras que el geógrafo árabe Idrisy, su contemporáneo sabía que los judíos vivían cerca del afluente del Nilo, el Tacazzé, que fluye justamente en la región de los Falashas.
Luego las huellas históricas de los Falashas son cada vez más numerosas. Eliyah de Ferrara (siglo 15) tuvo conocimiento de las luchas de los Falashas contra los cristianos quienes querían imponerles la conversión. Ovadía de Berinoro, su contemporáneo conoció personalmente a Falashas en Egipto. En el transcurso de los siglos 16 y 17 numerosas misiones católicas trataron de convertir a los Falashas. Los peligros de asimilación todavía fueron mayores en el siglo 19, cuando misiones protestantes americanas, con apoyo financiero importante, se dedicaron a seducirles a la conversión, lo que parecía fácil, tomando en cuenta su condición de vida muy miserable.
La suerte de los Falashas empezó finalmente a atraer la atención de personalidades judías. Una acción eficaz en su favor se llevó a cabo, gracias a Jacques Faitlovich, orientalista judío de origen polaco, quien formó un comité internacional pro-Falasha, para la creación de escuelas en sus pueblos, con la idea de promover su emancipación y, gracias a importantes aportaciones de dinero, mejorar su condición de vida. Establecido en Israel después de la última guerra mundial es gracias a su intervención que la Agencia Judía tomó el relevo de su obra, en una escala mayor y más activa.
Si la suerte de los Falashas suscitó un gran interés en Israel no se consideró inicialmente su inmigración ni su integración, ya que su origen judío estaba en entredicho. Sin embargo, en 1921 Rav KooK no dudó en reconocer a los Falashas como parte integrante del pueblo judío. En mayo de 1973 Rav Ovadía Yosef declaraba oficialmente que los Falashas eran judíos, descendientes de la tribu de Dan: Rav Shlomo Goren asumió la misma posición.
Durante la guerra civil en Etiopía aproximadamente 12,000 Falashas de la zona de Gonda fueron transportados por vía aérea a Israel (operación Moisés, de septiembre 1984 a marzo 1985). Otro transporte masivo de 14,000 personas tuvo lugar en mayo 1991 (operación Salomón). Más tarde el Gobierno etíope permitió a Israel evacuar a los últimos practicantes del judaísmo que vivían en la zona de Quaral elevando el total a 70,000 los que abandonaron Etiopía. Unos 26,000 miembros de los Falashas Mura, buscando la emigración a Israel se quedaron por razones de que su origen judío estaba en duda.
Los Falashas se integraron a la vida del país. Las restricciones a su inmigración se suavizaron, paralelamente a la ayuda financiera asegurada conjuntamente por la Agencia Judía, el Congreso Judío Mundial y el Joint. Se puede decir que los últimos sobrevivientes de este pueblo judío pudieron finalmente realizar su sueño milenario, el de regresar a la tierra de sus ancestros.
Continuará...
Parte II
Las etnias marginales del judaísmo
(Parte II)
Por: Max Bery
LOS GEORGIANOS
Todavía hoy día subsiste la confusión en
cuanto al origen de los judíos de la Georgia, en el Cáucaso. Sin embargo está
bien establecido que forman una etnia muy distinta de todos las demás del
ex-imperio soviético.
Según sus tradiciones los judíos
georgianos, que se autodenominan "Guriyim" (en hebreo plural de gur,
cachorro de león), probablemente tomado del emblema de la tribu de Juda,
definen su origen de las diez tribus de Israel, deportadas por Salmanasar, rey
de Asiria (siglo 8 a.c). Sin embargo otra versión establece que descienden de
los exiliados del reino de Juda, bajo Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo que
confirmaría la etimología de Guriyim. El Talmud menciona una comunidad judía en
la Georgia y, en el libro Rosh Hashana, se indica que Rabi Akiba habría hecho
un viaje por esos rumbos.
Como sea el establecimiento de judíos en
esta región tiene un origen muy remoto. Unas de las primeras huellas se
encuentran en la Historia de Armenia, de Moisés de Khoren, considerado como el
padre de la literatura armenia, quien vivió en el siglo quinto, mucho antes de
la conversión al cristianismo de las poblaciones caucásicas. De acuerdo con
esta obra, la familia Bagrat, quien dio varios reyes a la Georgia y a la
Armenia, sería descendiente de judíos nobles de la tribu de Juda, así como
otras familias de la aristocracia georgiana.
Existen también huellas históricas de
vínculos estrechos entre los judíos georgianos y los del imperio de los
Kazares, entre los siglos IX y XI. El historiador sefarad Abraham ibn Daoud
menciona el profundo apego de los judíos georgianos a la cultura bíblica y el
célebre viajero Benjamín de Tudela estudia largamente su situación. En 1270
Marco Polo, en su obra "Il milione", en el transcurso de su viaje en
el Cáucaso, no deja de constatar la influencia de los mercaderes judíos en las
ciudades de la Georgia.
Hasta el principio del siglo XV viven en
buena armonía con el resto de la población, pero después conocen la opresión y
también las persecuciones, tanto de parte de los cristianos como de los
musulmanes, obligándoles casi siempre a escoger entre la asimilación o el
éxodo.
Al principio del siglo XIX la Georgia fue
anexada por Rusia. Bajo el régimen imperial los judíos fueron tratados con
perfecta igualdad con el resto de la población, sin ser víctimas de las medidas
discriminatorias que afectaban a los demás judíos del imperio moscovita. Sin
embargo el anti judaísmo ruso muy pronto se extendería también a los judíos
georgianos. En 1835 una medida de expulsión tuvo que ser cancelada, gracias a
las violentas protestas de la población local, que no quería estar separada de
los que jugaban un papel importante en la economía, lo que impidió a los judíos
georgianos ser víctimas de vejaciones y de los progroms que afectaban a todos
los judíos de Rusia. Con el advenimiento de los Soviets muchos contactos se
desarrollaron con las otras comunidades de la ex URSS, pero las de Georgia
quedaron ligadas a sus propias tradiciones y costumbres. No únicamente se
distinguieron ellos por su idioma georgiano, ya que el idish nunca se habló,
pero también por una literatura propia.
Demostraron ser refractarios al
colectivismo y dejaron las actividades agrícolas para dirigirse hacia las
grandes ciudades. Por ser inasimilables al régimen soviético fueron a ellos que
el Kremlin dio prioridad en el otorgamiento de visas de emigración hacía
Israel. Las numerosas salidas después del desmembramiento de la Unión Soviética
redujo el número de esta etnia de 70,000 en los años 70, a unos cuantos miles.
En el Cáucaso oriental, cerca de la Georgia,
en el Daghestan (antiguamente Chufut-dag, montaña de los judíos, en el idioma
turco) existía otra etnia, que parecía tener un origen común con los judíos de
Georgia y que se llamaban los judíos de las montañas. Sin embargo esta
comunidad vivió una existencia muy peculiar, teniendo como actividad principal
la cría del ganado. El Talmud Yeruschalmi menciona una comunidad en la ciudad
de Derbent, en el siglo tercero, y Rav Simón Safra enseñaba allí. Mucho tiempo
su cultura se mantuvo superficial, a base de un dialecto judeo-ata, mezcla de
idiomas caucásicos, persas y hebreo.
Un religioso cristiano holandés visitando
el Cáucaso en 1254, menciona una población judía importante en la zona de
Derbent. En una crónica rusa de 1346 el Cáucaso es llamado "Zhid" (tierra
de los judíos), lo que dará lugar, más tarde a la denominación turca
Chufut-Dag.
Con el establecimiento de inmigrantes
judíos de Rusia, en el siglo XVIII, los Judíos de las Montañas pudieron
integrarse mejor a la cultura judía y a la práctica de su religión. Muchos
mandaron a sus hijos a las yeschivot en Polonia y en Lituania, y más adelante,
participaron en los primeros movimientos sionistas.
Años después un movimiento migratorio se
inició hacía Israel, siguiendo un primer grupo dirigido por Rav Yacov Yitshaki,
en 1907, quien fundó un moshav en el oeste de Ramleh, llamado más tarde Beer
Yacov, en honor a su fundador. Bajo el impulso de este movimiento Guershon
Muradov, portavoz del comité sionista del Daghestan, propuso la formación de un
regimiento de caballería para unirse con la Legión Judía, integrada en el
ejército británico, que entró en acción en el Oriente Próximo, durante la
Primera Guerra Mundial.
Continuará...
Parte III
Las etnias marginales del
judaísmo
(Parte III)
Por: Max Bery
Los B'nei
Israel
Es una comunidad en la India que tiene un origen totalmente
legendario. Explican ellos que sus ancestros huyeron de la Galilea, a raíz de
las persecuciones de Antiocus Epifanio, hacía 175 a.c. (historia de Janucá). Su
nave naufragó en el océano índico: siete hombres y siete mujeres sobrevivieron
y lograron alcanzar la costa, en el pueblo de Nawiecon, a unos 45 kilómetros de
Bombay. Allí se quedaron asi como sus descendientes, aislados de todo contacto
con otros judíos, durante varios siglos.
Se les olvidó la mayor parte del hebreo, de los rezos, de
las tradiciones y adoptaron los nombres y las costumbres de sus vecinos hindús,
asi como su idioma el marathi. Sin embargo siguieron observando algunas de las
prescripciones fundamentales: la circuncisión, el shabat, las leyes dietéticas,
algunas fiestas y la recitación del shema. Sus actividades principales eran la
agricultura y la fabricación de aceites alimentarios.
La existencia de esta comunidad quedó ignorada hasta el
siglo XVIII, cuando muchos de ellos se establecieron en Bombay, atraídos por el
despegue económico provocado por la llegada de los ingleses. Rápidamente fueron
apreciados por la administración británica, que encontraban en ellos excelentes
funcionarios y buenos oficiales. Muchos de ellos se distinguieron
brillantemente en las numerosas guerras imperiales en Asia.
A raíz de los contactos con los judíos llegando de los
países árabes, sobre todo de la rica comunidad de Bagdad que se establecieron
en Bombay, al principio del siglo XVIII empezó a notarse un regreso al
judaísmo, lo que no era muy fácil. Es gracias a la generosidad de la riquísima
familia Sazón de Bagdad que su situación evolucionó rápidamente. La
construcción de numerosas sinagogas y escuelas y la estructuración de una vida
comunitaria aceleraron su integración en una vida normal, hacía el fin del
siglo XIX.
En 1881 eran aproximadamente unas 7000 personas, para
alcanzar 24,000 en 1947. Desde entonces empezó un gran movimiento de emigración
principalmente hacia Israel e Inglaterra. En Israel hubo al principio un
conflicto en cuanto su origen judío. A raíz de varias misiones enviadas en el
lugar, el Gran Rabinato pudo establecer cuales eran las lagunas que había que
llenar para hacer de ellos judíos completos. Después de muchas investigaciones
y esfuerzos, finalmente fue en 1961 que el Gran Rabinato aceptó su judeidad.
Entre 1948 y 1969 un poco más de 12,000 B'nei Israel se establecieron en Israel
y se han integrado perfectamente en la economía del país, sobre todo en las
actividades textiles y metalúrgicas, así como en la administración. Están
concentrados sobre todo en Beersheva, Simona, Ashdod y Eilat, algunos de ellos
viven también en los kibutzim y moshavim.
Continuará...
Parte IV
Las etnias marginadas del judaísmo.
(Parte IV)
Por: Max Bery
Los Khazares
De todas las
experiencias asombrosas del pueblo judío disperso,
ninguna es tan
extraordinaria como la de los Khazares.
(Nathan AUSUBEL
Pictorial History of the jewish
People 1953)
La historia de los Khazares representa un ejemplo fascinante
de una vida judía floreciente en la Edad Media. En una época en que los judíos
estaban perseguidos en toda la Europa cristiana, el reino de los Khazares
representaba una luz de esperanza. Los judíos pudieron desarrollarse en este
país, ya que los jefes khazares eran tan tolerantes que invitaron a los
refugiados de Persia y de Bizancio a instalarse en su país. A raíz de la
influencia de estos refugiados los khazares fueron seducidos por el judaísmo y
lo adoptaron en gran número.
La mayor parte de las informaciones que tenemos sobre los
khazares procede de fuentes árabes, hebreas, armenias, bizantinas y eslavas.
Existe también una gran cantidad de pruebas arqueológicas ilustrando los
distintos aspectos de su economía (objetos de arte y artesanales, comercio,
agricultura, pesca, etc...) así como sus prácticas funerarias.
Origen: Los Khazares eran un pueblo originario de Asia
Central. Al principio creían en el chamanismo, hablaban el turco y eran
nómadas. Más tarde adoptaron el judaísmo, el islam y el cristianismo, aprendieron
el hebreo y el eslavo y se instalaron en las ciudades en el norte del Cáucaso y
de Ukrania. Tenían una gran tradición de independencia étnica, extendiéndose
durante 800 años; del siglo quinto al décimo tercero.
La historia antigua de los Khazares en la Rusia meridional,
antes de la mitad del siglo sexto, es desconocida. A partir de 550 hasta 630
formaron parte del imperio de la Turquía occidental. Cuando este imperio
estalló, como consecuencia de las guerras civiles, en la mitad del siglo
séptimo, lograron conseguir su independencia.
El poder político: Este país independiente
comprendía regiones como la Rusia del sur, el norte del Cáucaso, la Ukrania
oriental, la Crimea, el Kazakhstan occidental, el norte del Uzbekistán. Otros
grupos como los Sabirs y los Búlgaros estuvieron bajo su jurisdicción durante
el siglo séptimo. Tuvieron además mucha influencia sobre otras tribus, en el siglo
noveno, controlando Eslavos, Húngaros, Hunos. Por este motivo el mar Caspio fue
llamado el mar khazar y aun hoy día los Azeris, los Turcos, los Persas y otras
etnias árabes llaman el Caspio en este término.
Jugaron un papel importante en los asuntos europeos,
funcionando como mediadores entre los musulmanes y los cristianos. Impidieron
al islam extenderse en forma significativa en el norte de las montañas del
Cáucaso, por medio de una serie de guerras que tuvieron lugar al final del
siglo séptimo y al principio del octavo.
Las ciudades: La primera capital fue Balandjar, en los años 720:
después la transfirieron a Samandar, ciudad costera, en el norte del Cáucaso,
famosa por sus bellísimos jardines y sus viñedos, y en 750 se estableció en
Atil, al borde del Volga. De hecho la palabra ITIL era el otro nombre del Volga
en la edad media. Siguió siendo la capital durante dos siglos. Al principio del
siglo décimo la población se componía principalmente de musulmanes y de judíos;
había en la capital numerosas mezquitas, el palacio del rey estaba situado en
una isla próxima, rodeado por un muro de tabiques. Los khazares vivían en la
ciudad en el invierno pero se desplazan a las estepas en la primavera, para
vigilar sus cosechas. Durante años los arqueólogos trataron de localizar con precisión
la capital Atil; algunos piensan que el muro que la rodeaba se encuentra bajo
las aguas mientras que otros asocian Atil con una colina en la región del delta
del Volga, llamado Samosdelka.
La gran ciudad de Kiev fue fundada por los Khazares; Kiev es
un nombre turco (KUI= ribera EV es emplazamiento). Una comunidad judía khazar
vivía en Kiev. Otras ciudades khazares que también tenían importantes comunidades
judías eran Kerch, Chufut-Kale, Sarkel. Los gobernadores locales de estas
ciudades y distritos eran generalmente judíos. Una fortaleza muy importante fue
construida en 834 en Sarket, a lo largo del Don.
Civilización y comercio: Su comida natural era el arroz
y el pescado. Cultivaban el melón, el trigo, el pepino y la cebada. Tenían
muchos vergeles y zonas muy fértiles cerca del Volga del cual dependían mucho,
por la escasez de lluvias. Cazaban el zorro, el conejo y el castor por sus
pieles.
Era una vía comercial muy importante, entre Asia y Europa:
por ejemplo "el camino de la seda" entre China, Asia Central y Europa
pasaba por Khazaria. Entre los productos que transitaban por el país se contaba
las sedas, las pieles, la cera, la miel, las joyas, objetos de plata, monedas,
las especies.
El sistema de bimonarquía, heredado de los turcos, era el
siguiente: el Kagan era el rey supremo y el Beck, el jefe del ejército. En su
capital los khazares establecieron una corte suprema compuesta por 7 miembros y
cada religión estaba representada (según un cronista contemporáneo), los
khazares eran juzgados según la Tora, mientras que las demás tribus respectaban
sus leyes propias.
Antiguas comunidades judías existían en Crimea, hecho
comprobado por descubrimientos arqueológicos. Estas comunidades existentes
fueron después suplantadas por refugiados judíos huyendo de una rebelión en
Persia, y de las persecuciones de los emperadores bizantinos. Los judíos
llegaron a Khazaria procediendo de países como el Ubekistan, Armenia, Hungría,
Siria, Turquía, Iraq y otros muchos lugares. El escritor árabe Dimashqi cuenta
que estos refugiados ofrecieron su religión a los Khazares y que estos últimos
la encontraron superior a la suya propia y la adoptaron. Los comerciantes
radhanitas también pudieron haber influido en esta conversión. Adoptar el judaísmo
fue tal vez un símbolo de independencia para la Khazaria, pudiendo mantener así
un equilibrio entre el Califato musulmán y el imperio cristiano de Bizancio.
Bajo el liderazgo de los reyes Boulan y Ovadía, una forma
standard de judaísmo se difundió entre los khazares. El rey Bulan adoptó esta
religión, después de un debate con los representantes de las tres creencias. La
aristocracia khazar y mucha gente del pueblo se hicieron judíos. Más tarde el
rey Ovadía mandó construir sinagogas y escuelas judías. La Mishná, el Talmud,
la Tora se hicieron importantes. San Cirilo llegó en 860, tratando de
convertirles, pero en vano. Tuvo más éxito con los eslavos. Los documentos
khazares más importantes de esta época estaban redactados en hebreo. En 2002
Gert Rispling, un numismático sueco descubrió una moneda judía de Khazaria. Era
gente tolerante, con talentos artísticos, como lo comprueban las antigüedades
encontradas.
Decadencia y caída: En el apogeo de su poderío el
imperio khazar es víctima de una invasión llegada del norte. Entre el final del
siglo décimo y el principio del onceavo los Rusos, destruyen las principales
fortalezas Atil, Samandar y Sarket. Todo el territorio de los Khazares está
anexado. Y los Rusos extienden su dominio hasta Crimen.
No queda absolutamente ningún rastro, testimonio de la larga
existencia de los Khazares como nación. Es de pensar que la furia destructora
de los invasores, exacerbada por la resistencia de los Khazares a sus esfuerzos
de conversión, aniquiló todo vestigio de las ciudades y pueblos.
Lo que se sabe de la historia de los Khazares se debe al
relato de numerosos historiadores -judíos, griegos, árabes y rusos- asi como a
las correspondencias intercambiadas con personalidades en España. Su desarrollo
parece haber tenido un impulso muy importante, si se consideran las numerosas
ligas matrimoniales entre los príncipes o princesas khazares con las familias
reinantes de Bizancio.
Después de toda esta nebulosidad histórica queda una
pregunta: ¿qué sucedió con la población khazar, después de la desbandada debida
a la invasión rusa que destruyó su imperio? Aunque se ignora su importancia
numérica, puede pensarse que era considerable, a juzgar por el impacto que
ejercía sobre sus vecinos bizantinos y musulmanes. Indudablemente los
seguidores de la religión recientemente adquirida no tuvieron otra alternativa
que la conversión o el éxodo, expuestos a la exterminación en caso de
resistencia.
Según testimonios históricos un grupo buscó refugio en el
Este, entre las comunidades judías del Cáucaso. Otro se dirigió hacia los
Cárpatos, sobre todo a Hungría y a Bohemia - Moravia. Pero el grueso de la población
se fue al Norte, a Ucrania, Bielorrusia, Lituania y las zonas limítrofes con
Rusia.
En todas partes, donde la población judía era numéricamente
insignificante al principio de la Edad Media, la afluencia masiva de los judíos
khazares encontró otros inmigrantes que llegaban de las regiones rhenanas de
Francia y Alemania, así como del Danubio, escapaban de la ola de persecuciones
por parte de las bandas armadas cristianas de las primeras cruzadas, camino a
Tierra Santa, vía Constantinopla. Según numerosos historiadores del judaísmo
europeo de la época, es la reunión de los Khazares con los fugitivos
procediendo del Oeste y con las poblaciones locales ya organizadas en
comunidades que dio lugar al nacimiento del gran pueblo ashkenaze quien, a
partir del siglo 16, llegó a ser la parte preponderante del judaísmo mundial.
¿De dónde procede este nombre "ashkenaze"?
(apellido hebreo de Alemania, pero primitivamente el de un pueblo del Cáucaso,
descendiente de Ashkenaze, hijo de Gomer, hijo de Yafet, tercer hijo de Noa).
Se debe sin duda a la influencia dominante que ejerció la élite intelectual de
las comunidades germánicas sobre esta amalgama heteróclita de pueblos, causando
al mismo tiempo la creación de un idioma común, el idish, aglomeración de
alemán y de hebreo.