A partir del año 2001, el periodista aragonés Ramón J. Campo recibió noticias de una agencia de noticias Suiza, sobre la posibilidad de encontrar en la estación de trenes abandonada de Canfranc (situada a 8 kilómetros de la frontera con Francia), documentación referente a los envíos (en ambas direcciones entre España y Francia) de mercancías y personas que pasaron por ella, en el período de tiempo que abarcó la Segunda Guerra Mundial.
Ramón se comunicó con Jonathan Díaz quien trabajaba como chofer de autobús entre Lorón y la estación, quien había reportado el hallazgo de varios documentos esparcidos en el piso de la estación, que parecían interesantes.
El 16 de diciembre de 1943, se inició un Consejo de Guerra contra 27 procesados acusados de espionaje contra una nación amiga, y de poner en peligro la seguridad de España.
Los resultados de ese Consejo de Guerra fueron sentencias de entre 2 y 6 años de encarcelamiento, de acuerdo a pruebas no muy bien fundamentadas, que se presentaron con la ayuda de los servicios de inteligencia alemán.
Debemos tener presente que poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la actuación mediante un golpe de estado militar en contra del gobierno democrático de la Segunda República; acaudillado por Francisco Franco y sus seguidores falangistas, quienes lograron la ayuda incondicional de la aviación alemana e italiana, de Hitler y Mussolini. Estos ataques desbalancearon al gobierno establecido, provocando un baño de sangre, pesares y rencores entre la población española. Los deseos desmedidos de poder en contra de una República legal constituida, pero altamente temida por su filiación comunista, dio como resultado una fusión fascista dictatorial de muchas décadas de existencia (1937-1975), de mano dura y tendencias altamente tradicionalistas.
Con una durísima postguerra y ante la derrota de la República, un gran número de ciudadanos españoles decidieron ayudar al bando aliado, encabezado -en ese entonces y desde 1939- por Inglaterra. El espionaje británico escogió el paso fronterizo de la estación internacional de Canfranc, en Huesca, para crear una red de espías vascos, aragoneses y franceses que informaban de las maniobras del ejército alemán y del paso de mercancías, como el oro requisado por los nazis, materiales de guerra y personas que entraban y salían de España. Una red muy bien organizada e importante de espionaje, que fue clave para los aliados durante la contienda bélica mundial que duró casi 6 años.
Ficha 2
Dicha red de espionajefue mucho más extensa y útil -de acuerdo con el análisis de la documentación encontrada en 2001- pues brindaba una información detallada sobre los movimientos de los ejércitos nazis en territorio francés, además de facilitar el paso a muchos refugiados judíos que escapaban de los horrores del holocausto.
También se informó de los productos de consumo y materia prima para la fabricación de armas y explosivos para la guerra, que el gobierno de Franco mandaba hacia los países ocupados por los alemanes, y el nada despreciable beneficio que la dictadura española obtenía por la ayuda que les brindaba.
Además, se pudo cuantificar -en los últimos años de guerra- muchos de los envíos a países sudamericanos, tanto en oro, otras monedas, joyas y piezas de arte, producto de los robos que los jerarcas nazis hicieron en toda Europa ocupada. De la estación de trenes se mandaba en camiones de nacionalidad suiza, hasta Portugal en donde se embarcaban a su destino.
Por este paso ferroviario se manejaban muchos de los mensajes de ida y vuelta hacia la resistencia francesa, cuya dirección estratégica se dictaba desde Inglaterra, incluso muchos de los preámbulos y decisiones que se hicieron antes de la invasión de los aliados a las costas de Normandía, pasaron por Canfranc en manos de la red de espías españoles. Estos documentos provenían de la red francesa que operaba en el puerto de San Sebastián, Esp.
Parte del oro transferido por los alemanes, unas 86.7 toneladas, 20 toneladas viajaban hacia Madrid como pago. Se calcula que desde 1940 a 1944, pasaban diariamente por la estación más de 1,100 toneladas de diversos materiales; lo que sí ha sido más difícil de cuantificar, es el paso de los refugiados que pasaron por ella , estimándose -sin duda- en varios miles de personas.
Ficha 3
Algunas conclusiones:
No cabe duda que la política del “Generalísimo” Franco le rindió muchos beneficios, principalmente el poder acérrimo que ejerció tras la Guerra Civil española; actitud tal vez copiada de sus amigos los jerarcas del “Eje”, a los que indudablemente siempre ayudó, pero con los que astutamente nunca se unió, por lo menos no oficialmente, declarando a España un país neutral, y que gracias a su astucia y muy probablemente a la conveniencia de algunos países triunfadores en el gran conflicto, pudo sobrevivir como dictador hasta su muerte, incluso dejando directrices a seguir cuando el ya no estuviera, como el restablecimiento de la monarquía que hasta nuestros días prevalece.
Pero eso ya es una historia que no todos se explican y que el tiempo no a juzgado del todo bien, lo importante es destacar la actitud heroica en momentos de gran obscuridad y peligro, que muchos conciudadanos de su época desplegaron en contra de lo que él y sus amigos representaban; personas que nunca le perdonaron las formas sangrientas de cumplir con sus sueños de gloria, y que sin embargo sus retos mortales reposan desde 1973, en una mega tumba cercana a Madrid, llamada el Valle de los Caídos. Por lo visto las imputaciones por crímenes de lesa humanidad presentadas por el entonces juez y magistrado Baltazar Garzón, se quedaron en el olvido, al igual que la estación Canfranc (que está en ruinas) y su loable red de espías que ni siquiera tiene un pequeño reconocimiento en suelo español.
Por lo menos de los pocos sobrevivientes de esa red libertaria, se han tomado notas con nombres y determinadas vivencias, que esperamos sirva para hacer un pequeño museo en la antigua estación de Canfranc, que dé cuenta de la importancia que tuvieron el lugar, y los protagonistas que no se deben olvidar.
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