Si bien es cierto
que las actitudes judeofóbicas del mundo pagano sirvieron de fundamento para la
judeofobia cristiana, también es irrefutable que ésta fue incomparablemente más
intensa que sus predecesores, pues sostenía que odiar al judío era la voluntad
divina.
Según el
principal filósofo cristiano del medioevo, Tomás de Aquino, los judíos fueron
destinados a esclavitud perpetua como consecuencia del pecado de la crucifixión
pero sin privarlos de la vida, y sus bienes serían tratados como propiedad de
los Estados soberanos.
Tomás de Aquino
recomendó lo anterior a los soberanos, y bajo la influencia de la iglesia los
judíos fueron sometidos a restricciones, impuestos especiales y la obligación de
usar distintivos en las ropas, entre otras limitaciones.
En la conciencia
del cristiano fue penetrando la convicción de que cuando se quería descargar un
golpe al diablo, podía hacerse por medio de golpear al judío.
El código de
Teodosio II en el año 438 establece la inferioridad civil del judío y lo define
como enemigo de las leyes romanas. En base a lo anterior todos los asuntos
judíos fueron regulados, lo cual se expresó en la práctica en las "bulas
medievales" (una bula es un edicto del Papa, bullum es sello en latín) y
daremos algunos ejemplos.
1205 Inocencio
III requiere del rey terminar con las "maldades" de los judíos.
1218 Honorio III
exige que los judíos usen ropa especial.
1239 Gregorio IX
resultó en frecuente quema de libros sagrados judíos.
Sin embargo en la
era Carolingia, sus dos últimos reyes permitieron que los judíos gozaran de
igualdad de derechos.
En general
juramentos, distintivos y restricciones fueron una pequeña parte del repertorio
judeofóbico medieval. Ya que una síntesis completa del martirio judío abarca
diferentes geografías y cronologías. Por ello plantearemos a continuación las prácticas
que eran comunes en Europa, a saber: el bautismo forzado, los sermones
impuestos, las disputas públicas, la quema de libros judíos, los guetos, las
expulsiones y los genocidios.
Imposición de bautismos
Cuando el
cristianismo se transformó en la religión dominante del Imperio Romano
multitudes de judíos fueron obligados a bautizarse. Sin embargo la posición
oficial de la iglesia tendió a seguir al Papa Gregorio I considerado "el
padre de la iglesia medieval" en el sentido de que el bautismo no debía
ser suministrado por la fuerza. El problema era la definición de "forzoso".
¿Acaso esto incluía el bautismo bajo amenaza de muerte? ¿O cuan forzoso era el
bautismo bajo el temor de castigo a largo plazo? ¿Y el de niños? ¿A qué edad el
bautismo podía considerarse"voluntario" y no un gesto comprado con bagatelas?
El Papa Inocencio
III fijó que un judío que se sometía al bautismo bajoamenazas, de todos modos habría expresado una
voluntad de aceptar el sacramento, y por ello le estaba prohibido renunciar a
él posteriormente.
Para el
cristianismo medieval el retorno a la vieja fe era una "herejía"
punible con la muerte.
Cientos de judíos
fueron masacrados y comunidades enteras convertidas por la fuerza y su trágica
secuela fue el fenómeno de los Marranos, palabra peyorativa para denominar al
nuevo.
Un nuevo capítulo
en la historia del bautismo forzado empezó en 1543 con el establecimiento de
"La casa de los Catecúmenos" (candidatos a la conversión) 10 años
después el Papa impuso un impuesto a las sinagogas a fin de subvencionar a los
catecúmenos; ese pago se abolió en 1810.
Sermones y disputas
Durante la edad
media tardía con la fundación de las órdenes Dominicana y Franciscana se
agudizó la imposición de sermones a los judíos. De acuerdo al clero todos los
sábados se predicaba en las sinagogas con asistencia obligatoria de los judíos.
Entre los predicadores más destacados estuvieron Vicente Férrer en España y Fra
Matteo di Girgenti en Sicilia.
En Roma cientos
de judíos eran obligados a asistir a una iglesia designada para recibir
sermones, generalmente de boca de apóstoles que debía ser pagados por la misma
comunidad judía. La imposición de sermones se prolongó por un milenio y fueron
derogados por la revolución francesa.
Respecto a la
batalla de los libros, el Papa Inocencio III enfatizó que la Biblia debía
quedar bajo interpretación exclusiva del clero. Derivada de esa decisión
comenzó en el siglo XIII la proscripción de la literatura judía. Así se
presentaron cargos contra el Talmud sosteniendo que era un libro blasfemo y
antieclesiástico. El Papa Gregorio IX ordenó que se confiscaran los libros
judíos y se quemaran en la hoguera los que se considerara con errores de corte
doctrinario.
Indicaciones
similares se enviaron a los reyes de Francia, Inglaterra, España y Portugal.
Como consecuencia
de la circular de Gregorio IX también se llevó a cabo la primera disputa
religiosa pública entre judíos y cristianos en París en 1240. El rabí que debía
defender públicamente al Talmud no logró que un comité inquisitorial lo
condenara.
Así en 1242 miles
de volúmenes fueron quemados públicamente. La práctica fue convirtiéndose en
norma y muchos papas posteriores promovieron la quema del Talmud hasta que una
bula papal en el concilio de Basilea prohibió directamente a los judíos el
estudio del Talmud.
Los libros judíos
eran secuestrados de las casas mientras los judíos rezaban en las sinagogas y
se quemaban públicamente miles de ejemplares.
Recordemos que el
Talmud empezó a traducirse en el siglo XIX y que su idioma original el hebreo
arménico, era conocido solamente por los judíos o los estudiosos del tema. El
Talmud fue probablemente el libro más vilipendiado de la historia humana.
El último auto de
fe en 1757 mucho antes de las piras nazis en Europa, fue en Polonia donde un
obispo ordenó la quema de mil copias.